“He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe” (2 Tim 4, 7)


"Cuando el padre Hernán Cimadevilla y Madrigal llegó a la parroquia San Juan de Ávila yo era apenas un adolescente que estaba descubriendo la vocación sacerdotal. Después de hacerle saber al padre Julio Sánchez, rector del Emilio Valenzuela y al padre Marco Fidel Murillo, capellán del mismo, me acerqué a la parroquia y hablé con él, manifestándole mi intención de entrar al Seminario Mayor de Bogotá, al terminar mi bachillerato. A partir de ese instante se desarrolló un proceso de acompañamiento y amistad, que fortalecieron mi idea y después mi decisión de entrar al Seminario. Siempre respetuoso y cercano, como buen psicólogo y sacerdote, iba generando confianza, cercanía y admiración, actitudes que permanecieron hasta los últimos días de su existencia..."
